1) Tomar un curso de cata de vinos. Aprenderá cómo los diferentes alimentos afectan al sabor de los vinos. Realmente hace la diferencia (te sorprenderás). También aprenderá (con suerte) a analizar los vinos (sin ser pretencioso) y a tomar notas útiles.
2) Viaje. Viaje tanto como pueda y beba los vinos locales. Si encuentras algo que realmente te gusta y puedes permitirte comprar algo, hazlo. Nunca encontrará su “vino favorito” si se abre camino sistemáticamente a través de su tienda de vinos local.
3) Recuerde que los vinos cambian. Uno de los mejores vinos que he probado fue un cierto Amarone de 1996 (Recioto della Valpolicella), y tuve la suerte de poder comprar una caja de él. Sin embargo, una vez que se fue, se fue. Las cosechas posteriores (del mismo productor) no fueron tan buenas.
4) El tiempo pasa. Los vinos que amas se asocian con recuerdos atesorados e inevitablemente pertenecen al pasado. Nunca puedes entrar en el mismo río dos veces. Tal es la belleza del vino (y de la vida).