Si su cerveza artesanal es cerveza sin filtrar y sin pasteurizar con levadura viva, cualquier tipo de transporte podría alterar su perfil de sabor.
Otras variables que podrían afectar su sabor son:
- cambios de altitud (no durante el vuelo)
- no hay descanso después del transporte (dependiendo del contenido de levadura hasta dos semanas)
- problemas de embotellamiento (oxígeno en el cuello de botella)
- diferencia entre la temperatura de bebida y la temperatura ambiente (por ejemplo. las cervezas saben diferente en verano y en invierno)
- cambios olfativos (gripe, humedad, olores ambientales)
- método de beber (el vidrio o la botella marcan la diferencia de sabor)
- transporte de botellas no tan frescas (más cerca de su fecha de caducidad)
Pura especulación / improbable:
- radiación cósmica
- cambios de altitud durante el vuelo irreversibles
Cualquiera de los cambios de temperatura mencionados anteriormente, así como la elección de un vidrio en lugar de una botella, etc., afectan al CO² de varias maneras. Esto da como resultado una sensación de bebida diferente (el hormigueo en la nariz; pruebe “oler” el CO² y compárelo con una cerveza sin alcohol) y un sabor diferente (pH).
La humedad, el clima, la estación pueden alterar su percepción. Una cerveza imperial, por ejemplo, te lleva al límite en verano mientras que en invierno te sentirías perfectamente bien.
La temperatura ambiente tiene un efecto inmenso en la cerveza. Afecta a casi todo, desde cuánto CO² se libera al abrir las botellas hasta cuál es la temperatura perfecta para beber. La temperatura de bebida tiene un inmenso efecto en el sabor del lúpulo, los azúcares y el alcohol.
Estos cambios en el sabor no son inusuales y es más probable que ocurran en las cervezas fuertes de malta. Los vuelos no son necesarios para tener tal efecto. Cualquier transporte de larga distancia serviría.
Para probar si la cerveza ha cambiado realmente durante el transporte, podrías intentar transportarla de vuelta.